Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Me lo tiene recetado mi médico. "Roberto, el fin de semana muy especialmente, aléjate de los informativos de la tele". Poco a poco, le contesto. Quienes me escuchan hablar de la televisión y dudan de si sé hablar de otra cosa me han oído unos cientos de miles de veces la expresión TELEDELIRIO, no es mala opción para definir a un telediario, da igual la cadena. Hay otra expresión que si la ponías en Google te daba cero resultados en la búsqueda. A partir de hoy ya no. Diverinformativos.
Y esto es algo que no entiendo. Todo el mundo del mundo sabe que, al menos en España, un informativo de televisión son 15 minutos de información, 15 de diversión, 15 de espectáculo y otros 15 para los deportes y el tiempo. Este fin de semana, decía, nos han contado que hace frío en noviembre, que la crisis además de a Irlanda afectará a las luces de la navidad y que en no sé qué restaurante de carretera hacen postres con las castañas. Y como esas otras tantas.
Quienes además de oirme también me escuchan conocen uno de mis mantras. Si los periodistas, y sobre todo nuestros jefes, fuéramos empleados públicos nos sería de aplicación el artículo 103.3 de la Constitución. Ojalá. Como no lo somos podemos aparcar en el garaje algunos principios:
3. La Ley regulará el estatuto de los funcionarios públicos, el acceso a la función pública de acuerdo con los principios de mérito y capacidad, ...
Y si abandonamos la pelea del mérito y la capacidad vienen otros, por suerte, y lo aprovechan. Mientras nosotros buscamos las palabras de Zapatero y Rajoy, o la última receta de las castañas, hay tipos que hacen periodismo. Gael García Bernal y Marc Silver pertenecen a esa casta. Quizás algún día ellos y otros cientos se refugien en alguna cueva de las montañas de Bután para esconder y proteger las esencias del periodismo. Quizás.
Te voy a regalar un barredor de frecuencias de la TDT para que impidas que ensucien tu televisor y ya de paso anulamos los de toda España. Esto de los informativos en televisión cada día está peor, ya no interesamos como espectadores y sí y sobre todo como consumidores. ¿Para qué buscar información si nos conformamos con el entretenimiento?.
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
2 comentarios:
El otro día leí esto y me acorde de tí. Hoy lo recuerdo y te lo envío "Los medios no son, ahora mismo, una empresa atractiva para el talento"
Más en http://llamaloy.wordpress.com/2010/11/18/mariotascon/
Saludos
Te voy a regalar un barredor de frecuencias de la TDT para que impidas que ensucien tu televisor y ya de paso anulamos los de toda España. Esto de los informativos en televisión cada día está peor, ya no interesamos como espectadores y sí y sobre todo como consumidores. ¿Para qué buscar información si nos conformamos con el entretenimiento?.
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