Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
No, no hemos sido libres. No hemos sido libres porque el periodismo, a salvo de encontrar a periodistas libres, no puede ser libre. Podrá ser medio libre, que es lo mismo que escribir medio esclavo. Se dan premios a los Telediarios de TVE, se dan premios a los profesionales de los Telediarios de TVE. Se enarbolan ilusionadas banderas de libertad cuando la realidad es otra, casi siempre lo ha sido. Ni hemos sido libres con Fran Llorente ni vamos a serlo con Julio Somoano; no es esa la libertad que necesitamos. A lo más que podemos aspirar es a intentarlo, cuanto más lo intentemos mejor. La libertad es un valor muy exigente que no permite medias tintas, solo permite el sí o el no. No hay más, o se trabaja libre o se trabaja sometido. La palabra LIBERTAD llevada al periodismo no admite dietas de adelgazamiento, no se lleva bien con los peros.
Los compañeros que estos días dicen que en TVE se ha ejercido el periodismo en libertad lo hacen con frases manidas, fáciles, poco originales, escasamente comprometidas, poco coherentes con la realidad del día a día. Dice por ejemplo la buena periodista que es Ana Pastor ("Los desayunos" de TVE):
Y dicha la frase no nos explica por qué el 90 por ciento de los entrevistados del programa son políticos, siempre políticos Y lo fueron ayer y lo serán mañana. Y son invitados que se invitan bajo la balanza del equilibrio. Tantos del Gobierno, tantos del PP, tantos del PSOE, tantos de Izquierda Unida. Los políticos invaden las pantallas, el CIS dice que a los ciudadanos no les gustan los políticos. Y donde escribo "Los desayunos" escribiría ""El debate de La 1" (antes "59 segundos"). Y junto a los políticos los periodistas que hablan de política. No vale cualquier periodista, no vale la libertad en la elección. Tantos de la izquierda, tantos de la derecha; aquí uno muy agresivo, aquí otro que compensa. Siempre así. Me es difícil imaginar un debate con 2 expertos del Centro Europeo de Física de Partículas y a su lado 6 periodistas de MATERIA.
Y qué decir de los primeros 15 minutos de cada Telediario. Sucederá hoy como sucedía ayer, sucederá también mañana. Rajoy, ministros, Rubalcaba. Que hable el gobierno, que hablen los partidos, que no dejen de hacerlo. Extraños argumentos estos los de la libertad. Y hablemos de los EREs de Andalucía, que no dejen de sonar, que luego Ramón Moreno se enfada en la Comisión de Control de RTVE. Ramon Moreno se enfada si le falta un titular, si le falta un directo, si le falta un total. A él le pagan por presionar y le pagarán mejor si la presión, como sucede, tiene reflejo en los Telediarios y en la COMISIÓN MIXTA DE CONTROL PARLAMENTARIO, que así se llama.
Y emitimos declaraciones que los políticos nos hacen sin permitir preguntas. Y nos obligan (¡qué verbo tan delicado!) a emitir informaciones porque estamos en campaña electoral. Y grabamos la señal que los partidos nos envían por satélite, la que ellos quieren, la que ellos componen, la señal satélite que ocupará minutos y minutos de los Telediarios. Y sobre su señal trabajamos, o lo tomas o lo dejas. Y lo tomamos, siempre lo tomamos.
Y los profesionales de la información audiovisual de TVE hemos votado en referéndum. El 70 por ciento hemos dicho que no aceptamos a Julio Somoano como Director de Informativos. No pasará nada, al Consejo de Administración no se le mueve una ceja. La libertad no se concede, la libertad se conquista. Y si no hay libertad en los Telediarios quiere decir que hemos perdido la batalla. La perdimos ayer, toca conquistarla mañana. ¿Cómo lo hacemos? Aquí una propuesta. Una semana sin Rajoy, una semana sin Rubalcada, sólo una semana, nadie los echará de menos. Su tiempo para Serge Latouche o para Nieves Segovia o para Shirin Ebadi o para Mario Alonso Puig. Una propuesta de libertad.
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
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