Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Entre lectura, lecturas, relectura, relecturas y picoteo aleatorio de las páginas del último libro de Iñaki Gabilondo, "El fin de una época" (el mejor diagnóstico de la profesión hecho en los últimos años), no he pasado menos de cinco veces por cada una de sus páginas, hay párrafos por los que he volado quizás docenas de veces. Son aquellos en los que Gabilondo defiende el que debe ser el norte del periodista. Habla Gabilondo de búsqueda de nortes porque sabe que desde hace años no llevamos siquiera brújula.
(Viendo las boberias que, relacionadas con la visita del Papa, cuenta el TD2 deTVE de hoy jueves dudo que sepamos siquiera dónde venden las brújulas que muestran lo que algunos muy estimados compañeros llaman el azimut de la información)
Edurne y Martín me han enseñado lo que sabía Iñaki Gabilondo. Hoy sé que tiene mucha razón, más incluso de lo que yo pensaba, ha sido mi lección del verano:
Ni el periodismo ni los politicos son capacer de respetar el papel de los protagonistas de la vida, y es esa actitud la que lleva a la gente a contemplar a unos y otros, periodistas y políticos, casi como miembros de una secta ...
Edurne y Martín son protagonistas de la vida y creo que son excepcionales protagonistas. Ellos se merecen el tiempo de los informativos de la tele, eso, claro, siempre y cuando nos interese hacer informativos. Hoy la respuesta es no. Las privadas buscan share y dinero, las públicas (salvo excepciones inexistentes) buscan no enfadar a los gobernantes que las mandan o van a mandar.
Un ejemplo del hoy en las declaraciones de González Pons. Dice el mentidor oficial del Partido Popular, en una entrevista en la SER, que "todo el mundo sabe que detrás de BILDU está ETA". Las televisones sometidas a la falta de libertad están obligadas a repetir esa o cualquier otra de las mentiras oficiales del día, lo que importan son los segundos de la televisión. El periodista dimite de su responsabilidad, quizás ni siquiera dimita de ella, puede que ni la conozca. Pons debe aparecer para que sus palabras satisfagan a los responsables de comunicación del Partido Popular. Nadie recordará por tanto que "detrás de BILDU" hay 276.134 votos y una sentencia del Tribunal Constitucional.
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
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