El hombre de chocolate

Dice Zygmunt Bauman en libro que te recomiendo: "Tenemos que construirnos una identidad flexible que haga frente a los cambios continuos de la realidad y siga el ritmo de los avances tecnológicos, pero en los que también corremos el riesgo de no ahondar en nada a base de catarlo todo, sin darnos cuenta de que dar un paso en cada dirección es una manera de no moverse".
La frase nada tiene que ver, o si, con el fondo de este artículo sin fondo. Viene a cuento la reflexión sobre la llamada que quiero hacer a los compañeros de informativos Tele 5, a quienes acompaño en el sentimiento. Les quiero pedir que lean a Bauman y que acepten su llamada a la rebelión. Vasile, su jefe, va a por ellos.



No tengo ninguna duda, ninguna, de que algún profesional de la factoria Tele 5 (como de manera chirriante gustan llamarse) planteó la posibilidad de parar la emisión del tóxico "Sálvame" para contar, desde los servicios informativos, la que es la noticia del año, por mucho que le duela al periodismo de la ultraderecha. Vasile dijo no, y lo dijo bien alto. El capo ya dejó bien clara su idea de lo que para él es la política cuando señaló a Belen Esteban como la precursora del 15-M. Telecinco sólo pretende dinero y dinero y después del dinero más dinero. Por eso Paz Padilla cocea la dignidad profesional de los compañeros de informativos de Telecinco (Piqueras aparte porque su chequera le obliga a responder a otros objetivos). No cabe mayor declaración de intenciones, todo está dicho.

Todo es un pulso, Vasile quiere corromper el periodismo, ya lo hace. Su jefe Berlusconi al mando;  o se está con ellos o se está contra ellos, o se hace servicio público o se hace caja, y ahí no les va mal. No saben uno y otro que el oficio, quizás en el 2020, ojalá que antes, hará borrar sus momentos, todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia.  Y barridos los harapos mentales alguien en algún sitio armará a un ejercito de periodistas, plumas que invadirán Europa quizás en patera, como los hombres de chocolate. Y quienes son capaces de ver a los hombres de chocolate  nos enseñarán, como ya hacen, que las cosas importantes sólo se pueden ver con el corazón, ahí donde mejor se agarra la esperanza.


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