Lo cuenta Pepe Bejarano en su blog
"Al raso" que hoy, claro, no debo sino recomendar. Lo cuenta tan bien que lo cuenta casi mejor que los que mejor lo cuentan. Y por eso que llaman "trabajo colaborativo" y por eso que llaman "compartir ideales" y por eso que llaman "compromisos comunes" hoy he decidido que sea Pepe el que escriba en mi blog. Unos lo llamaron intertextualización, que en resumen quiere decir "copiar por todo el morro e intentar que no te pillen". Por eso yo no quiero intertextualizar. Quiero que sepan que he leído a Pepe, quiero que sepan que quiero contarlo como él, con sus palabras y con sus silencios. Corto y pego con mimo:
La primera, en la frente: porque hace tiempo que renunciaron a la
información. Salvo honrosas excepciones, que no digo que no las haya. Los
periodistas somos prescindibles porque los tradicionales empresarios de la
comunicación se fueron para no volver y los que ahora ostentan la propiedad son
inversores que mañana se irán a donde más beneficios obtengan. Es la
consecuencia de la conversión del sistema de producción industrial (en el que se
vendían unas manufacturas llamadas periódicos, radios o televisiones) a un
modelo financiero que engorda con el simple movimiento especulativo. Son
capitales sin rostro ni arraigo alguno en el territorio.
La gran diferencia entre un modelo y otro es que el primero precisaba ofrecer
un producto elaborado de calidad (su negocio era la prensa y la empresa solía
pasar de padres a hijos) y al segundo -dinero de paso efímero- le basta con el
envoltorio, con la mera apariencia: una selección de titulares seguidos de
refritos de agencias o comunicados servidos por gabinetes de prensa, un puñado
de fotografías y, eso sí, montones de opinadores a modo de gladiadores de circo
romano, cuanto menos documentados mejor, dispuestos a dar estopa al adversario
político. Espectáculo y de vez en cuando una cubertería o un coleccionable.
Para poner en la calle lo que hoy ofrece la mayoría de los medios de
comunicación no se necesitan periodistas. Y si sus propietarios vieran lo serios
que nos ponemos los periodistas cuando discutimos sobre la licenciatura
universitaria como requisito para ejercer esta profesión se desternillarían de
risa. Para ellos, los periodistas somos mera coartada para envasar otros
negocios, sea éste una multinacional de los seguros, una refinería de petróleo,
un club deportivo o una macro urbanización a orillas del mar. Y poder
económico-político, ideología incluso, aunque éstas son viejas compañeras del
oficio.
La precariedad y el desempleo galopante que sufrimos son consecuencia directa
del derrumbe de la economía, pero la crisis del periodismo empezó mucho antes
del estallido de la burbuja inmobiliaria. Empezó con la devaluación de nuestra
función social como depositarios del derecho a la información, cuando pusimos
nuestra pluma al servicio de intereses especulativos y desde el momento en que
nos dejamos arrebatar la agenda informativa. En definitiva, cuando aceptamos
traicionar a nuestro público dejando de lado toda consideración ética. Ya no
importa buscar la verdad, sino rellenar espacios en blanco entre anuncio y
anuncio.
Después de eso, ¿cómo mostrarnos sorprendidos de la desafección del público,
del descrédito? Vendemos sucedáneos de periodismo y si no nos lo compran les
echamos la culpa a la falta de cultura lectora, a la competencia de Internet, a
las redes sociales. Todo, menos reconocer que hemos hecho muy mal nuestro
trabajo. Que hemos defraudado la confianza que tenían depositadas en nosotros. Y
la consecuencia inevitable de todo eso es que somos prescindibles. Después
vienen el paro, la precariedad, las condiciones laborales indignas…
Por eso estoy convencido de que cualquier intento serio de salir del hoyo
pasa necesariamente por la recuperación del periodismo con mayúsculas. Podemos
hacer todos los estudios de viabilidad económica que queramos y el mejor plan de
empresa posible. Incluso encontrar inversores y anunciantes: serán proyectos de
corto aliento si no llevan aparejada la recuperación de la confianza del
público. Pan para hoy, hambre para mañana.
La salvación del periodismo está únicamente en la vuelta a los orígenes.
Claro que con las herramientas que la tecnología actual pone en nuestras manos,
faltaría más. ¡Pero al periodismo, al periodismo!
Y ahí acaba el artículo de Pepe. Ha dicho, como dice Jerry Mander.
1 comentarios:
Pues ya sois tres ....
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