Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Esta semana he conocido a una periodista de menos de 40 años. "Rara avis" en esta profesión de licenciados (muchos), cuentacosas, (menos) y periodistas (muy escasos).
Se llama Judith Torrea y tiene ese ADN profesional que le faculta para saber separar el trigo de la paja. Sabe ponerse de cara ante la noticia. ¡Qué no será! que cautivó a uno de los grandes, Iñaki Gabilondo.
Judith Torrea vino a España para recoger el "Premio Ortega y Gasset" al mejor trabajo digital. La excusa era premiar su blog, la intención real era hacerla visible, que supiéramos de ella. Nos han querido contar que Judith se juega el pellejo cada día para que el mundo sepa que en una pequeña ciudad de México sucede lo que sucede en la mitad del planeta. La Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano ya ha puesto sus ojos en Judith, los empresarios de la información en España siguen otros rastros ¿dónde estará Belén Esteban?
Y en este pequeño homenaje a quienes desde LOS PRINCIPIOS BÁSICOS nos muestran el camino sin pretenderlo voy a dejaros otro nombre. Mónica González (Premio mundial libertad de prensa UNESCO/Guillermo Cano-2010-). Podía dejaros los enlaces, prefiero que no.
Hola Roberto: ¡Te pille!, he atrapado tu blog y voy a vigilarte. Te comento por aquí para que sepas que eres algo culpable de que unas pocas sigamos (o lo pretendamos) el ejemplo de Judith. ¡Moriremos con las botas puestas!. Un abrazo.
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
1 comentarios:
Hola Roberto: ¡Te pille!, he atrapado tu blog y voy a vigilarte. Te comento por aquí para que sepas que eres algo culpable de que unas pocas sigamos (o lo pretendamos) el ejemplo de Judith. ¡Moriremos con las botas puestas!. Un abrazo.
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