¡Viva las nanoaudiencias!

Lo escribió Eco y yo tenía un año. Pisaba la Universidad y lo leí con 24. No entendía nada. Hacía esfuerzos por no releer pero eran vencidos por la necesidad de entender. Como el 90 por ciento de mis compañeros opté, me gustaban más los integrados (según acepción de Umberto Eco), hoy no lo tengo claro. Tantos años han pasado, tan fiera ha sido la realidad ante nuestras narices, que al libro le hace falta poner en negrita la acotación tran brillantemente apuntada por el escritor italiano. "Apocalípticos e integrados o de la ingenuidad de la cultura popular". Apuntaba Eco, y pocos lo han superado, a un tratado sobre la cultura de masas y los medios de comunicación; no olvidó a los mercados pero no atinó con su fiereza. ¡Qué no daría porque el escritor italiano se pusiera ahora a la segunda parte del libro!.
Todo este rollo por el que pido disculpas viene a cuento porque en algún foro quiero escribir que si me lees podrías repetir lo que a la larga nos puede salvar. Lo llamaría "Operación audímetro" y el objetivo sería localizar los casi 6.000 audímetros con los que Paolo Vasille y Maurizio Carlotti se están cargando la conciencia de un país. Localizados sólo tendríamos que entrar a las casas con un mazo bien grande y darle a elegir al dueño. "O en la cabeza o en el audímetro.¿Te apuntas?". Aquí lo dejo. Corto y pego una pequeña parte del libro de Eco, corto y pego una pequeña parte de la genial "Network":

"Si la cultura es un hecho aristocrático, cultivo celoso, asiduo y solitario de una interioridad refinada que se opone a la vulgaridad de la muchedumbre , la mera idea de una cultura compartida por todos, producida de modo que se adapte a todos, y elaborada a medida de todos, es un contrasentido monstruoso. La cultura de masas es la anticultura.Y puesto que ésta nace en el momento en que la presencia de las masas en la vida social se convierte en el fenómeno más evidente de un contexto histórico, la «cultura de masas» no es signo de una aberración transitoria y limitada, sino que llega a constituir el signo de una caída irrecuperable, ante la cual el hombre de cultura (último superviviente de la prehistoria, destinado a la extinción) no puede más que expresarse en términos de ApocaIipsis".
                 
  «¿Por qué queréis arrastrarme a todas partes oh ignorantes? Yo no he escrito para vosotros, sino para quien pueda comprenderme. Para mí, uno vale por cien mil, y nada la multitud»
Heráclito (en "Apocalípticos e integrados")

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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Sal a la calle y pregunta por Eco y pregunta por Belén Esteban. Jejejeje

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