Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
"Estamos en un parlamento en el que los diputados y senadores hacemos cortes de televisión. Procuramos que nuestras frases no superen los 35 segundos para que quepan en un total"
Ale-hop. Es lo que nos faltaba. Totales de 35 segundos. 3 para el Gobierno, 2 para Zapatero, 3 para el PP. Démosle 2 más al PSOE y uno para los peques, CIU, IU, PNV, y par de ellos más. Y ahora como en el "Un, dos, tres, .." 15 totales a 35 segundos cada uno igual a 525 segundos. Y que la toma continúe. Y no me preocuparé de explicar lo que Pons no dice. "Vamos al Parlamento para hablarle a la televisión". Será por eso, será, que todas las mañanas los coches oficiales de los "políticos mediáticos" programan su Tom-tom rumbo a los estudios de las teles y las radios; luego, si queda un poco de tiempo, irán al Parlamento ... "para hablarle a la televisión"
Y con actitudes como esa y sin olvidar la responsabilidad de las empresas de la información y sin dejar de señalar a los profesionales que en ellas se ocupan, luego nos sorprendemos por informaciones como esta:
"Sin prisa pero sin pausa, la calidad de la democracia está en regresión. Lo advierte el cuarto informe anual La Democracia en España de la Fundación Alternativas. De una nota de 6,2 puesta por un amplio panel de expertos en 2007, se ha bajado a un 5,8 este año. Esta cuarta edición destaca la desafección por encima de cualquier otro fenómeno".
Leía el otro día por ahí:
-Quizá los políticos han llevado a la política el modelo de la televisión, como si buscaran audiencia, más que votos o adhesión a un proyecto. Si tengo, por ejemplo, que acudir a un programa de televisión que me repugna, pero que me da votos (o pienso que puede dármelos), voy.
-La democracia se ha convertido en mediocracia. En los dos sentidos: democracia mediática y mediocre. Personas que van a programas llamados del corazón, en los que confunden los asuntos de cama de no sé quién con un debate político serio, no me parece aceptable. Además, lo han exaltado porque han comentado: "Se atreven a ir a programas que de verdad son populares". No lo entiendo. Es parte de la banalización de la política, aunque no seamos conscientes de ello. Alguien del mundo de la política puede ir a un programa de humor por ácido que sea, ningún problema, pero a un programa que mezcla las historias de intimidad exhibida con el debate político, es peligroso. Es la servidumbre de creer que la opinión está ahí.
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
2 comentarios:
Nos toca chillarlo. Nos están robando lo poco que nos queda
Como hace Berlusconi
Ya sabes mi apreciado Roberto que las cosas cuando pueden ir peor, van peor.
¿Qué me dices de esto?
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