La resonancia magnética del periodismo

Son caminos paralelos. Muere la política y fenece el periodismo, quizás haya muerto antes el periodismo y es la política la que fenece con él. Hago esta relación mientras releo un titular que me tiene perplejo y que me permite mezclar churras con merinas. La ultraderecha saca pecho en Finlandia:

"El avance de la ultraderecha en Finlandia debilita a la coalición de Gobierno".

No ha sido esta una noticia relevante para muchos de nuestros periodistas, al menos en los informativos de la noche del domingo. Sí los he visto ocupados de los inciensos, las procesiones, el sol de las playas o los vientos de las Canarias. Gol de Messi y Ronaldo y cuarto y mitad de PSOE y PP. Se cumple la prueba del nueve. Se lo contaba el viernes pasado a un querido amigo al que, citando a John Carlin, decía que cada vez hay menos periodistas porque la honestidad no conjuga en la primera declinación.

"La objetividad es un cuento chino. El periodista debe ser honesto"

Me preguntaba el viernes si fueron honestas las televisiones que la pasada semana nos contaron con todo  el chimpom preciso que un paciente había estado 2 horas "olvidado" en el escaner de un centro médico de Sevilla. Las mismas televisiones dejaron de contarnos otra noticia de esos días, también con el escaner como protogonista,  "las resonancias magnéticas, contaban las revistas de medicina, pueden ayudar a la detección del Alzheimer".  Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, que decía Rafael Alberti.

Y en el necesario tiempo de reflexión, y mientras Finlandia sigue sumando los votos de las urnas, intentaremos  que no nos zumben con las piedras de Rubén Darío, esas que son incapes de sentir o pensar.