Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Mira que lo he intentado. Concentrado hasta el extremo he procurado imaginar a José Levy contando en la CNN la receta de las torrijas. de Arkansas, si las hubiera. Éstos gringos, siempre tan poco almibarados, no saben lo que es bueno. Ellos se lo pierden. Daba igual pinchar en La 1, en Antena 3, Cuatro o La Sexta; no había refugio tampoco en el 24 Horas,. Ni intentarlo siquiera en Tele 5. Nos las enseñaban con miel, sin miel, con crema o con azucar glas.; si la haces con pimienta con pimienta que nos la muestran. Vistos los telediarios de la ya pasada santa semana he vuelto a comprobar porque los españoles suspenden a la televisión ¿Cómo no hacerlo? Lo cuenta el reciente informe Pulso España 2010, los españoles nos ponen un suspenso de orejas de burro. 4,4 sobre 10. Dice el informe, así nos va, que para informarnos preferimos la televisión. Torrija mental garantizada.
Y donde no había torrijas y donde no había procesiones y donde no había operación salida; allí donde no estaban ni Mourinho ni Guardiola, allí donde la lluvia no era un desastre tipo Fukushima, allí donde no había tontodirectos para hablar de la nada; allí (siempre en La 2) había un sitio en el que se podía escuchar a Louann Brizendine, también a Joan Garriga, también a Josep Pla, también a Vassili Silovic. Sumada la audiencia de estos 4 documentales de fin de semana estaremos +/- en los 600.000 espectadores; bastante menos que la mitad de la mitad de casi cualquier vídeo que nos hablara de las torrijas con miel fritas, eso sí, en apenas 3 segundos.
Sí, yo como tú también creo que es hora de armar la revolución. De momento no nos vendría mal ir buscando modelos. A ver que te parece este, hoy está de aniversario.
Grândola, vila morena terra da fraternidade o povo é quem mais ordena dentro de ti, ó cidade. Dentro de ti, ó cidade o povo é quem mais ordena terra da fraternidade Grândola, vila morena. Em cada esquina um amigo em cada rostro igualdade Grândola, vila morena terra da fraternidade. Terra da fraternidade Grândola, vila morena em cada rostro igualdade o povo é quem mais ordena. À sombra duma azinheira que já não sabia a idade jurei ter por companheira Grândola a tua vontade. Grândola a tua vontade jurei ter por companheira á sombra duma azinheira que já não sabia a cidade.
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
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