Sé que no existo, ya no. No existo porque no existen los cisnes negros, no existo porque todos los cisnes son blancos, todo el mundo lo sabe. Me dicen que no existo porque no encajo "en la dinámica actual". No existo porque si es así, que lo es, todo el mundo sabe que yo debo incorporarme a la dinámica actual y no la dinámica actual a mi. ¿Por qué? porque los cisnes negros no existen.
Porque no existen los cisnes negros los exploradores europeos se sorprendieron al verlos, en Australia, allí en los finales del XVII. La realidad dijo que era posible lo imposible, los hombres dijeron que no. Los cisnes negros que allí vieron no sabían lo que sí sabían quienes los descubrieron, esos hombres sabían que los cisnes negros ni existen ni debían existir.
En mi ser sin deber ser me acompañan grandes compañeros y compañeras del periodismo; hoy me acordaba de una de ellas, Rosa María Artal. En su artículo "Periodismo, del rigor a la escoria" nos contaba que afeó a algunos compañeros del oficio que se ocuparan más de los problemas de salud de Terelu Campos que del proceso a Baltasar Garzón, lo hizo a la observación de “con la de cosas que hay que contar que no se cuentan”, los compañeros periodistas le mandaron "a tomar por el culo".
Los cisnes blancos sí que existen. Son más y por tanto mejores. Son más y por eso más fuertes. Son más y tienen más razón. Incluso, porque son más, hay quien sostiene que son más razonables. Son tantos y tantos que el cambio de una vocal apenas les afecta, casi es lo mismo el tanto que el tonto. Si les cambias la vocal abren las alas y graznan, siempre más que el cisne negro. El cisne blanco marca el rumbo aunque no sepa hacia dónde va. Y como esto va de cisnes recordaré la teoría del biólogo Willian Donald Hamilton "cada individuo miembro de un grupo reduce el peligro para sí mismo al moverse tan cerca como sea posible al centro del grupo que huye. Entonces, parece que la manada actúa como una unidad en movimiento conjunto, pero su función emerge del comportamiento no coordinado de individuos que buscan su propio bienestar".
Dentro de unos días voy con la manada, buscaré allí a los cisnes negros, los que no existen, los que se tratan a palos con el efecto Bandwagon, el que tanto odio a pesar de que mis padres me dijeron que no se debe odiar. Ahí voy, sin odios. Ahí voy para reunirme con los de mi manada, la manada de los cisnes negros, los que no existen pero siempre están.
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4 comentarios:
No sé quien eres, pero ya lo dices todo aquí. Es un justo homenaje a Rosa María Artal.
Se lo merece.
Gracias por existir gente como vosotros, me apunto al cisne negro.
Acabo de leer un texto que no está al alcance de cualquiera. Proteje la sensibilidad que emana porque os necesitamos, seas quien seas.
Sí que existís sí, existis y permitís que existamos mejor, a pesar de los cisnes blancos. Quiero agradecerte el estilo de la crítica (si me permites calificarla así); porque no somos iguales somos capaces de entenderlo como tú lo escribes. En el enlace te recomiendo continuar el camino, porque somos muchos.
Leo con sorpresa (por el inmerecido y muy amable tono de vuestros comentarios) y también con ilusión (porque a veces pienso que somos muchos más de los que parecemos). Gracias Javier, gracias a tod@s (especiales gracias por la entrevista de Eco). Recibir la mañana con vuestros comentarios es un gusto no imaginado, tampoco merecido. (-_-). Seguimos.
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