Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Reflexión desde una pregunta sin respuesta. ¿En qué momento vendimos el alma del periodismo? ¿Cuándo perdimos los 21 gramos que nos daban la vida? ¿En qué momento se evaporaron esos 21 gramos en los que se pesaban la credibilidad, el rigor, el compromiso, el oficio, la honestidad, la información? Hoy lo he preguntado en mi empresa, me zafaba de quienes pretendían ponerme esposas en el cerebro. No, el loco no soy yo, pensaba; o sí. Pero me preocupa menos la cordura, sí me preocupa el alma.
González Iñárritu nos enseñó cuál era el peso del alma. Si adelgazas esos 21 gramos estás muerto, en el otro mundo, en el que no existe. Y hoy me he pesado. Lo hacía al entrar al 38 Congreso del PSOE, la báscula daba un peso muy exacto, 77´790, me faltaban 21 gramos para los 78, mi peso ideal. Quizás coincida mi peso ideal con el número de cámaras de televisión que allí estaban presentes. Y si no son cámaras son grabadoras y si no son grabadoras son portátiles y si no portátiles ..... así somos la nube de periodistas. Una nube sin alma, una nube sin peso, liviana como la soledad del cero. O es silencio o es grito, nunca reflexión. Los he visto correr como pollo sin cabeza, el mejor rumbo hacia la propaganda. Chacón o Rubalcaba, Rubalcaba o Chacón, junto a ellos 954 delegados mirando a la nube. Absortos ante lo locura..Y Carmen ha dicho "hola" y Alfredo ha dicho "adiós". Dice mi admirado Ramón Lobo:
Suenan los directos de las televisiones superpuestas: miles de voces narrando en
decenas de idiomas lo irrelevante, la nada. Enciendo la televisión de casa. Veo
un pasillo de asfalto por el que circulan caravanas de coches que escupen
líderes ante unos periodistas enjaulados. Los periodistas extienden los
micrófonos, gritan; los líderes saludan, murmuran reiteraciones."
Es el doble ser de las cosas, la clave de los 21 gramos. Si te engañan con la balanza se acabó. O pesas tú o pesan ellos. O periodismo o propaganda. No importa como sean las cosas, importa, ya lo sabemos, cómo parece que son.
Roberto calma esa línea de reflexión por que estas dando ideas demasiado potentes y muy fáciles de entender, peligro para aquellos. Te leo ya sin comentar pero es que hay veces que me lo pones imposible, jejejeje
Al final todo es o lo parece una cuestión de cifras... Número de votantes, horas del telediario... ¿Alma? ¡Oh, oh, oh! Esas son palabras mayores. Un abrazo.
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
2 comentarios:
Roberto calma esa línea de reflexión por que estas dando ideas demasiado potentes y muy fáciles de entender, peligro para aquellos. Te leo ya sin comentar pero es que hay veces que me lo pones imposible, jejejeje
Abrazos
Al final todo es o lo parece una cuestión de cifras... Número de votantes, horas del telediario... ¿Alma? ¡Oh, oh, oh! Esas son palabras mayores.
Un abrazo.
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