Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Lo imagino casi todos los días; imagino qué sentirían los estudiantes de arquitectura si vieran cada semana puentes que se desmoronan. Sí, lo imagino día sí y día también; imagino el sentir de los estudiantes de derecho si las cárceles estuvieran copadas por abogados y jueces prevaricadores. Y sin mayor esfuerzo imagino también a los estudiantes de periodismo. Los imagino ante un debate que nosotros, los mayores, no tenemos ni idea de cómo resolver. Lo llamamos periodismo y no lo es porque se nos caen los puentes, porque mostramos portadas prevaricadoras. De momento todo lo que se nos ocurre es elevar nuestro verbo, el más apocalíptico. ¿Todo es así? no .... pero es.
En mi tele, en la que se manipula mucho, hay una estadística pendiente de hacer. En mi tele, en la de la dieta de los 21 gramos, no recuerdo un informativo en el que no haya salido un político. Sí los recuerdo sin científicos, sin médicos, sin escritores, sin representantes de ONGs. No los recuerdo sin futbolistas y sí sin directores de cine, sin investigadores, sin filósofos, sin pensadores, sin educadores. No los imagino sin que hable el gobierno y sin que responda la oposición. No los imagino sin que hable Mariano Rajoy o Rubalcaba, sí los imagino sin que hable Manuel Castells o Linz. Lo imagino casi todos los días pero lo imaginé anoche de manera especial, veía La 2. Me contaron que interesa más escuchar a Álvaro Pombo que a Soraya Saénz de Santamaría. Lo contaba una periodista que intenta aguantar los puentes, que intenta no prevaricar:
Sin unos ideales éticos, un periódico podrá ser divertido y tener éxito, pero no sólo perderá su espléndida posibilidad de ser un servicio público, sino que correrá el riesgo de convertirse en un peligro para la comunidad".
“El problema es que la prensa presta demasiada atención a las instituciones y poca a los ciudadanos. Siempre he pensado que a los periodistas no les gusta la gente. Creen que su misión es educar a las masas y se dirigen a sus lectores con paternalismo”.
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
1 comentarios:
Hoy en EP
“El problema es que la prensa presta demasiada atención a las instituciones y poca a los ciudadanos. Siempre he pensado que a los periodistas no les gusta la gente. Creen que su misión es educar a las masas y se dirigen a sus lectores con paternalismo”.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/04/27/actualidad/1335549988_559775.html
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