En el nombre del periodismo

Lo imagino casi todos los días; imagino qué sentirían los estudiantes de arquitectura si vieran cada semana puentes que se desmoronan. Sí, lo imagino día sí y día también; imagino el sentir de los estudiantes de derecho si las cárceles estuvieran copadas por abogados y jueces prevaricadores. Y sin mayor esfuerzo imagino también a los estudiantes de periodismo. Los imagino ante un debate que nosotros, los mayores, no tenemos ni idea de cómo resolver. Lo llamamos periodismo y no lo es porque se nos caen los puentes, porque mostramos portadas prevaricadoras.  De momento todo lo que se nos ocurre es elevar nuestro verbo, el más apocalíptico. ¿Todo es así? no .... pero es.

En mi tele, en la que se manipula mucho, hay una estadística pendiente de hacer. En mi tele, en la de la dieta de los 21 gramos, no recuerdo un informativo en el que no haya salido un político. Sí los recuerdo sin científicos, sin médicos, sin escritores, sin representantes de ONGs. No los recuerdo sin futbolistas y sí sin directores de cine, sin investigadores, sin filósofos, sin pensadores, sin educadores. No los imagino sin que hable el gobierno y sin que responda la oposición. No los imagino sin que hable Mariano Rajoy o Rubalcaba, sí los imagino sin que hable Manuel Castells o Linz. Lo imagino casi todos los días pero lo imaginé anoche de manera especial, veía La 2. Me contaron que interesa más escuchar a Álvaro Pombo que a Soraya Saénz de Santamaría. Lo contaba una periodista que intenta aguantar los puentes, que intenta no prevaricar:



En la revista de Blanca Berasategui y su gente  no encontraremos recetas para hacer gazpacho, sí fórmulas para aguantar la dignidad del periodismo:

Sin unos ideales éticos, un periódico podrá ser divertido y tener éxito, pero no sólo perderá su espléndida posibilidad de ser un servicio público, sino que correrá el riesgo de convertirse en un peligro para la comunidad".
 (Joseph Pulitzer en mayo del 1904)

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1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy en EP

“El problema es que la prensa presta demasiada atención a las instituciones y poca a los ciudadanos. Siempre he pensado que a los periodistas no les gusta la gente. Creen que su misión es educar a las masas y se dirigen a sus lectores con paternalismo”.

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/04/27/actualidad/1335549988_559775.html

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