Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Estimada Elena, Consejera de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía, sin conocerte te estimo. Hoy tú, como nosotros periodistas, has caído en la trampa del ego, la trampa del escaparate mediático, la trampa de la política, la de la segunda división, la trampa de la foto, la foto del ser sólo para parecer que se es, muchas veces sin serlo. Hoy el yo periodista que me ocupa de 10 a 18 era convocado a un acto en el que Andalucía se iba a poner del lado de los desahuciados.
No faltaba un perejil aunque sobraban más de la mitad. Todos preparados para la foto, los de los sindicatos, los de los consumidores, los de los vecinos, los del Ayuntamiento, los del PSOE y los de Izquierda Unida. Y periodistas, también los periodistas, a más publicistas periodistas más cerca de los desahuciados. Mentira. Todos convocados para la foto de los 14.000 pixeles, todos o casi todos. Faltaban los desahuciados, quizás detalle menor. Ni uno sólo, nos han dicho que, en España, son 350 mil en los últimos 4 años. Allí no estaban, no cabían en la foto a pesar de que los reporteros gráficos llevan siempre un gran angular. El periodista que soy el tiempo que mi empresa no me convoca al otro periodismo ha apuntado el nombre, Elena Cortés. Mira a los ojos y saluda con la mano firme. Interesante. Como eres política tienes los pesos, los contrapesos. Como eres política, como eres Consejera, como eres Gobierno de la Junta, tienes tus "obligaciones" pero también tienes, lo he visto, el coraje de luchar contra las comillas. Tienes el valor, la decisión, el compromiso. Tienes también la juventud (¡cuidado!); sabes lo que tienes que hacer y, creo, sabes que lo tienes que hacer. Interesante.
Rozando las ocho de un viernes ya sólo habla el periodista que no es. Repaso las imágenes de la semana, rescato una. Es un manuscrito, parte del resto de mi vida, así lo decidí. No sé lo que dice, sí sé lo que me hace sentir. De nuevo Bruce, siempre Bruce, él sí con los desahuciados. Siempre.
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
1 comentarios:
Una imagen para la hemeroteca, Roberto. Y de las hemerotecas es imposible escaparse, para lo bueno y para lo malo. Veremos.
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