Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
"Somos el lugar donde nacemos, el sitio donde crecemos, la habitación donde nos cobijamos".
Le robo la frase a Lola Huete, por lo que luego citaré le robo también el título de su artículo, "La habitación de los sueños". Me quedo con una certeza, al menos mía, "somos el sitio donde crecemos".
Lo contaré por orden inverso. De hoy hacia ayer. En el hoy quiero agradecer la lección de periodismo que nos ha impartido el realizador de la empresa DORNA encargado de retransmitir el GP de Malasia. Marco Simoncelli ha muerto en un accidente, en este accidente:
No menos de 5 cámaras tenían acceso a la imagen de Simoncelli en la pista, del plano corto al primerísimo plano. Cada detalle llegaba al control de realización y de ahí buscaba una salida al mundo; un enorme profesional del periodismo supo entender lo que debía entenderse en ese difícil momento. Él tuvo muy claro dónde estaba la esfera pública y dónde estaba la esfera privada. El negocio tiene sus límites, el oficio del morbo también.
Lección desde el acierto y lección desde el error, desde el tremendo el error, creo. Gadafi en Libia:
Imágenes del TD1 de TVE del sábado 22 de octubre. Sin límites, sin oficio, sin deontología, sin frenos, con el puro morbo como guía. No dolían sólo las imágenes, dolía también que el buen periodista (que lo es) encargado de la información no tuviera otro interés que contarnos que TVE estaba allí, en la cámara frigorífica, junto a los cadáveres de Gadafi y su hijo. Dice Ignacio Ramonet:
Quizá nuestro error sea pretender que una información, cuando la recibimos, ya esté perfecta. Eso es una exigencia de la era industrial, que se caracteriza precisamente porque las cosas se realizan, se fabrican, exactamente como han sido previstas. En la era digital no es así. Aunque nos choque, aunque nos escandalice, la información, cuando se difunde, es una información aproximada. Tenemos que ir perfeccionándola, interviniendo con herramientas, corrigiendo de aquí y de allá. Los propios periodistas, el sistema mediático, ya no controlan la información. En cierta medida, ya no ejercen el monopolio de la información".
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
2 comentarios:
Broche de oro para un estupendo articulo.
Bssss,Rober
Muy interesante lo que acabas de decir. Me sumo a tus palabras.
Un abrazo.
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