Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Hoy he asistido como alumno a una clase en la que yo era el profesor. La preparaba, anoche, emocionado por algunos de los discursos que escuché en la entrega de los Premios Ondas en su edición 2011. Enfrascado como estaba, versión académica, en el siempre aburrido análisis del discurso periodístico escuché a mis compañeros periodistas que es necesario defender el oficio, el que se hace con calidad y compromiso. Sí, sé que esto está dicho; también sé que es momento de decirlo alto y claro, muy alto y muy claro.
Y como alumno me decía lo que como profesor repetía a quienes nos tomarán el relevo. Esta profesión no se ejerce sólo con cuentas de resultados; necesitamos de la fuerza de las 3 ces, cerebro, corazón y compromiso. Los políticos vienen a por nosotros y nuestras empresas, ya no nos necesitan. Los políticos y sus partidos conocen de su capacidad para elaborar contenidos y llegar con ellos, manipulados, a la opinión pública, manipulable. No quieren intermediarios, no quieren interpretes, no quieren que nadie controle al controlador. Por eso ahora cierran medios, por eso ahora aprietan presupuestos, por eso ahora nos quieren convencer que la práctica del periodismo no necesita de la calidad en el empleo.
Y nos vamos dando cuenta, quizás tarde. Mejor derrotados que dormidos. Lo decíamos ayer en los Ondas y lo reflexionaba hoy con quienes ya son inmediatos periodistas. Ejercer el periodismo, les decía, con el cerebro y el corazón. "Roberto está hoy sensible" habéis respondido. Sí, Adele, lo habéis dicho vosotros.
Con el par del Évole y otro par de pares, mejor de ovarios, algunos que yo me sé se cortarían de cortar. Cuida el cerebro porque tus maestros-aprendices lo necesitamos lúcido (también vale quitar el acento de la u). Mira esto
Yo que he estado cerca de tí, muy poquito, pero marcada, sólo puedo asegurar que es lo que tu haces, con palabras o con silencios: comunicar! Creo que la herida está abierta, está sangrando... pero también creo que el énfasis lo debemos poner en la unión de todos y en las ganas, en las ganas de seguir intentándolo, peleándolo: periodistas, realizadores, productores, técnicos y seguidores. Nieves
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
3 comentarios:
Con el par del Évole y otro par de pares, mejor de ovarios, algunos que yo me sé se cortarían de cortar. Cuida el cerebro porque tus maestros-aprendices lo necesitamos lúcido (también vale quitar el acento de la u). Mira esto
http://www.almendron.com/tribuna/11630/el-buen-periodismo/
Yo que he estado cerca de tí, muy poquito, pero marcada, sólo puedo asegurar que es lo que tu haces, con palabras o con silencios: comunicar!
Creo que la herida está abierta, está sangrando... pero también creo que el énfasis lo debemos poner en la unión de todos y en las ganas, en las ganas de seguir intentándolo, peleándolo: periodistas, realizadores, productores, técnicos y seguidores.
Nieves
Y sucede, por supuesto, en todas las orillas del Atlántico
Y aquí otro ejemplo
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