Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Me sentaba junto a ella, en un banco del Parlamento. Ella es cualquiera, buena compañera, fumaba y no me importaba, intentaba evitar su humo, no sus palabras. Cinco minutos de espera, suficientes para acercar las almas, aunque fuera un resquicio. "Roberto, esto se lo han cargado y ya no hay nada que hacer". Antes de ella era él, Alfredo, compañero de EFE, a las puertas de un ERE, uno de los primeros periodistas que conocí al llegar a Sevilla en 1990, en su momento lo admiré, ahora más. "Roberto, esto se lo han cargado y ya no hay nada que hacer". Palabras previas a la espera, nos contaban la memoria de la Cámara de Cuentas de Andalucía, año 2011, trabajo de fiscalización sobre la ejecución del Presupuesto de la Junta. Muchos números, mucho trabajo contable, miles de horas de estudio. Palabras evanescentes para los periodistas allí reunidos, para la mayoría de ellos. Evanescentes por elevadas y rigurosas, por complicadas para el periodismo no especializado. Diez periodistas en la sala, redondeo. Los escucharán, verán o leerán cientos de miles de andaluces, desinformación pura, absoluta. "Roberto, esto se lo han cargado". Un periodista pregunta sobre los ERE de la Junta, titular seguro, ningún interés en la respuesta; (el periodista cobra según publica y publica según pregunta). Hecha la pregunta 20 € la media página, serán 80 a la semana, 400 € con suerte al final de mes. Caña a la Junta de Andalucía, fondo de reptiles, presunciones de la nada. Bla, bla, bla, periodismo evanescente, desmoronado, barato, desinformado, camino del adiós.
Sucedía hoy como ayer y mañana. "Roberto, me decía Enrique, nos ponen la pistola en la sien y si no disparas disparan". No, ni pistola ni sien ni disparo. El periodismo vive, respira, inspira porque no ha muerto, no morirá. Mueren los medios porque los contables cierran los balances en rojo. No hay beneficio no hay cabecera, sí periodistas. Antonio Pampliega y el maestro.
El boca a boca escribía. Paloma me respira sin rozar los labios. Corto y pego sus palabras, escribe una periodista, otra de miles. Es buena, muy buena, es amiga.
"Seguro que conoces esta historia. Seguro porque es de las que te emocionan. Un beso, amigo.
En los años 70, Marina Abramovic mantuvo una intensa historia de amor con Ulay. Pasaron 5 años viviendo en una furgoneta realizando toda clase de performances. Cuando su relación no daba para más, decidieron recorrer la Gran Muralla China empezando cada uno de un lado para encontrarse en el medio, abrazarse y no volver a verse nunca más.23 años después, en 2010, cuando Abramovic ya era una artista consagrada, el MoMa de NYC dedicó una retrospectiva a su obra. Dentro de la misma, Marina compartía un minuto en silencio con cada extraño que se sentaba frente a ella. Ulay llegó sin que ella lo supiera, y esto es lo que pasó".
Separarse no es dejar de amar, y no siempre sabemos si lo hacemos por las razones adecuadas. Qué harías tu, algunas personas esperan que la pareja después de 20 años sea como cuando vivimos ese amor intenso y algunas veces necesitas dejarlo ir desde el corazón. Marina Abramović y Ulay tuvieron una apasionada relación amorosa en la década de los 70's. Cuando sintieron que se extinguía, hicieron un pacto: recorrerían la Muralla China, cada quién desde un extremo para encontrarse en el centro, darse un fuerte abrazo y no volver a verse. Muchos años después ella expuso su arte en el Museo de arte MOMa y él se presentó sin que ella lo supiera. Como parte de la exhibición, ella se sentaría un minuto en silencio y sólo mirándose a los ojos expresarían su sentir después de haber visto la exposición, frente a ella. Observa lo que pasó cuando sorpresívamente, él se sentó frente a ella.
Hola Makeni (-_-). El reencuentro es lo que tú ves. Es emotivo, escribes, porque sabes verlo, porque así es tu mirada, porque así eres y vives. Camino cibernético para seguirnos. Abrazo.
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
3 comentarios:
Emotivo reencuentro,gracias por compartir con tod@s los que te seguimos
Hola Makeni (-_-). El reencuentro es lo que tú ves. Es emotivo, escribes, porque sabes verlo, porque así es tu mirada, porque así eres y vives. Camino cibernético para seguirnos. Abrazo.
Emotivo reencuentro
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