Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
Leída Mafalda (mis reverencias a Joaquín Salvador Lavado -Quino-) acompaño esta entrada con la frase que hoy he chincheteado en cuantos corchos me he encontrado. En este asolador y mentiroso septiembre, en el que todos los directivos de todas las cadenas de televisión nos han mentido con sus planes para la nueva temporada, me he topado con una frase con la que he decidido acostarme esta noche (antes gozaré con la peli "La cinta blanca").
Dice el gigante Karl Popper en frase que debemos leer 4 veces:
"La democracia consiste en poner bajo control el poder político. Es esta su característica esencial. En una democracia no debería existir ningún poder no controlado. Ahora bien, sucede que la televisión se ha convertido en un poder político colosal, se podía decir que potencialmente, el más importante de todos, como si fuera Dios mismo quien habla. Y así será si continuamos consintiendo el abuso. Se ha convertido en un poder demasiado grande para la democracia. Ninguna democracia sobrevivirá si no pone fin al abuso de ese poder... Creo que un nuevo Hitler tendría, con la televisión, un poder infinito".
Este sistema está cada vez más corrompido pero igual no tiene la culpa la tele sino quienes la quieren tan mala y tan basta. Muchos de quienes la hacen ni piensan ni les importa que contribuyen a enmerdar la cosa y así nos va. Yo paso de la tele y si van así las cosa no veo fácil volver.
(Creo que me he puesto demasiado serioooooo). Ahí queda
Tiene razón, pero solo en parte: tenemos la televisión que queremos tener. Mientras Belén Esteban sea "la princesa del pueblo" no habrá nada que hacer, por más que tú y yo nos empeñemos en cambiar las cosas... Soy pesimista, es verdad, pero en el sentido que lo era Saramago.
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
5 comentarios:
Este sistema está cada vez más corrompido pero igual no tiene la culpa la tele sino quienes la quieren tan mala y tan basta. Muchos de quienes la hacen ni piensan ni les importa que contribuyen a enmerdar la cosa y así nos va. Yo paso de la tele y si van así las cosa no veo fácil volver.
(Creo que me he puesto demasiado serioooooo). Ahí queda
Una provacacion .......
100 millones de mosca no pueden estar equivocadas, COMAMOS MIERDA.
¿Que es la television? ¿Y quien hace la television?
Todo lo que sube ha de bajar, cuando eso ocurra los buenos tienen que estar preparados...
Tiene razón, pero solo en parte: tenemos la televisión que queremos tener. Mientras Belén Esteban sea "la princesa del pueblo" no habrá nada que hacer, por más que tú y yo nos empeñemos en cambiar las cosas... Soy pesimista, es verdad, pero en el sentido que lo era Saramago.
pero .....
¿sEmos moscas?
o .... solo escarabajos peleteros :-)
(lo siento a estas horas es lo que se ocurre)
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