Es el terreno que pretendo, el de los principios básicos. Caminando por ahí me encontré un día con Eduardo Galeano y tome su mano: “Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.
"Para el gusano que habita en el rábano todo el mundo es un rábano".
Dos compañeros me hacían hoy reflexionar sobre todos aquellos profesionales del periodismo que como Bill Murray en "El día de la marmota" viven atrapados en el tiempo. A muchos de ellos les dieron hace años una chistera con bastón de mando y desde entonces, como jefes, inundan de mediocridad todo aquello que tocan. Como si fueran Mister Scrooge y con su eterno terno siempre en azul oscuro, casi negro, se saben en la razón de la sin razón, una de las aptitudes más valoradas por las empresas en tiempos de crisis y déficit de ideas y valores. Lo contaban no hace mucho desde Reporteros sin Fronteras (Malén Aznárez):
¿Estamos preparados para, en medio del diluvio, jugarnos el tipo y seguir informando de la única manera que merece la pena: viendo lo que pasa en el lugar de los hechos para luego poder contarlo con la mayor honestidad posible?
Hoy me ha tocado bregar con los comportamientos tóxicos de uno de esos jefes que reptando todos los días de cada semana a lomos de un rábano es incapaz de observar lo que sus ojos no ven porque no saben mirar. Es, como en el libro de Saramago, una ceguera blanca, inexplicable, dificílmente curable y muy muy contagiosa. De esta ceguera lechosa se está manchando el ejercicio de nuestra profesión; gota a gota, charco a charco.
Ya en casa me he duchado, por si acaso. Y como no hay Ibuprofeno que nos cure de esa plaga he recurrido a un antídoto infalible; me he subido al rábano y he intentado cocinarlo con elegidas dosis de talento. No el mío, que ni está ni se le espera, sino el de Malcolm Gladwell un genio obsesionado en bajar del rábano a quienes miran el mundo con los ojos de la marmota.
Esto está lleno de marmotas y amarmotados. Leo hoy que Ángela Merkell y sus ministros vendrán a darse una vuelta, dará palmadas a nuestra marmota dirigente:
"Sie haben getan, was ich sagte Zapatero"
Y todos tan contentos, y nosotros sin trabajo y vosotros con pensiones recortadas y las cajas de ahorro con el agua al cuello .... "Gut gemacht Zapatero"
Intento que mi vida no acelere, nunca. Intento vivir a 60 pulsaciones, siempre. Intento no ser igual y en ese esfuerzo pretendo, siempre que puedo, no parecer distinto.
Mi vida profesional, e intento que también la personal, va de la mano de una de las grandes frases que el genial director de cine Jonathan Demme nos regaló en la no menos genial "El silencio de los corderos".
“Principios básicos agente Starling” le decía el doctor Lecter a Jodie Foster. Y la vida es así. Los principios básicos nos mueven las emociones, nos hacen cercanos y queridos, quizás lejanos y odiados. Todo dependerá de cómo los sepamos administrar.
En la palabra, en la distancia corta, en la mano abierta, ahí se refugian las claves de nuestras vidas. Ahí todos somos iguales…y todos somos diferentes. “Se tú e intenta ser feliz pero ante todo se tú”. De Lecter a Charlie Chaplin.
Y así se forja mi vida (creo que también la tuya). Cuanto más creo saber mejor administro la sencillez. No es ninguna paradoja; administrar lo sencillo es terriblemente complejo. Los miedos y las inseguridades son ingredientes que forjan nuestra identidad, son parte del ADN del yo. ¡No hagas esto!, ¡no hagas lo otro!, ¡no molestes!, ¡no metas ruido!, ¡deja paso!, ¡no comas mucho!, ¡come más!, ¡anda más despacio!, ¡anda más deprisa!
A ver quién es el guapo que sale indemne de tanta ley. Y uno llega a los 40 (fue mi caso hace 6 años) y mira hacia atrás con el vértigo de todo lo que le queda por hacer si mira hacia delante. Esa máxima para quienes administran bien porque todos conocemos a muchas personas que a los 40 ya deciden cerrar la atalaya. Luego, ¡es normal!, se quejan porque el corazón se les llena de musgo.
Y en ese tránsito las circunstancias me llevaron a estudiar “Ciencias de la Información” (Universidad del País Vasco UPV/EHU), una de las carreras más ampulosas que conozco, etérea como el humo, más por vaga que por sutil. Cinco años de clases, que no estudios, a cambio de un título. “La información no sirve de nada si por ella no pasa la vida”.
Años después llegó Emilio Lledó (mi principal maestro). Con él una frase (la leída) puso en su sitio a los casi 30 enseñantes (ni profesores, ni maestros) que mal que bien se ganaron su sueldo en la Facultad. Encajado a Lledó ya no me interesa la información sin comunicación; ahí me empeño. Por lo menos el título me ha permitido 20 años de ejercicio profesional, siempre en la televisión pública de España (TVE). En esa práctica pretendo ser periodista. Si no llegó quizás me quede en comunicador; no es mala meta frente a quienes se conforman con ser licenciados.
Y en el otro tránsito, en el de los principios fundamentales, está la gente que ha decidido regalarme parte de su vida; Inma, Ander y Amaia. Principios básicos. Agua, tierra, aire y fuego.
2 comentarios:
Peasoooo de vídeo. Viva el universo Youtube.
Esto está lleno de marmotas y amarmotados. Leo hoy que Ángela Merkell y sus ministros vendrán a darse una vuelta, dará palmadas a nuestra marmota dirigente:
"Sie haben getan, was ich sagte Zapatero"
Y todos tan contentos, y nosotros sin trabajo y vosotros con pensiones recortadas y las cajas de ahorro con el agua al cuello .... "Gut gemacht Zapatero"
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